De conformidad con en el diccionario de la Real Academia, un godo es un conservador del siglo xix, y en consecuencia, férreo opositor del liberalismo radical. Fueron personas que defendían, entre otras, instituciones, los tribunales de la Santa Inquisición, como instrumento necesario de un Estado Confesional Católico. También defendían el modelo de Estado Unitario Centralizado basado en la simple desconcentración de funciones a través de agentes que se podían remover libremente.
Los liberales del siglo xix fueron denominados radicales porque exigían la radical (de raíz) separación entre el Estado y la Iglesia y la abolición de los Tribunales de la Santa Inquisición. En su lugar pretendían jueces que ejercieran sus funciones de conformidad con leyes y procedimientos preexistentes. Defendían además un modelo de Estado Federal basado en gobiernos locales autónomos y políticamente responsables ante sus electores. Aunque Colombia no es un Estado Federal propiamente dicho, este modelo de libertades fundamentales y autogobierno es el que adoptamos en 1991.
Bajo esta perspectiva, Alvaro Gómez Hurtado no fue un conservador del siglo xix sino un conservador del siglo xx. Promovió la elección popular de alcaldes en 1986 y luego en la constituyente apoyó el autogobierno municipal y departamental. Luego como el más ilustre opositor del gobierno de Ernesto Samper se mostró defensor de las libertades fundamentales ante atropellos del Estado. Propuso la unificación de las fuerzas militares, porque en ésa época también se presentaban los denominados falsos positivos.
Los godos eran clasistas y en consecuencia la libertad económica la ejercían únicamente entre ellos y les molestaba la libertad. Les molestaba, entre otros, lo que hoy llamamos libre desarrollo de la personalidad. Eran tan aficionados a la represión que la defendían aún por encima de los procedimientos y conductos regulares. Para ellos el fin justificaba los medios; además como todo lo hacían en nombre de Dios, matar liberales no era pecado.
Nada que ver con los conservadores del siglo xx, dignamente representados, entre otros por Gómez Hurtado, al interior de la Asamblea Nacional Constituyente. Creo que en la actualidad sobresale, dentro de los personajes con este talante, Juan Camilo Restrepo. Se trata de personajes que tienen muy claro lo que significa llegar a «Un Gran Acuerdo Sobre lo Fundamental». Personas a las que no les gusta el Régimen porque les molesta los crímenes de Estado.
Es en el siglo xx cuando el término «radical» adquiere una connotación política diferente al ser adoptado por movimientos al margen de la ley. Dicho término fue adoptado para defender ideales totalmente opuestos a aquellos que inspiraron a Manuel Murillo Toro o a nuestro José María Rojas Garrido. Este último fue excomulgado y gracias a que ya no existían los tribunales de la Santa Inquisición pudo mandar tarjetas con el lema «recuerdo de mi primera excomunión». Cosas como ésa defendían los radicales del siglo xix, esto es, las libertades de culto, de pensamiento, de expresión, y sobre todo la libertad económica.
El radical del siglo xix no secuestraba pues esa es una práctica totalmente contraria a la libertad personal y económica. El radicalismo, no fue un movimiento exclusivamente colombiano; estudios constitucionales demuestran al menos su precaria presencia en Latinoamérica. Movimiento combatido, como bien lo señala el profesor argentino Gargarela, por el régimen mexicano y las dictaduras del cono sur. Ideología combatida en toda Latinoamérica con la complicidad de miembros de la Iglesia Católica.
Los Cachiporros, como se nos llama ahora a los continuadores del radicalismo liberal, coincidimos con los conservadores del siglo xx. Lo que pasa es que somos minoritarios y estamos en peligro de extinción por el resurgimiento de la aplanadora goda. Falsos liberales y falsos conservadores del siglo xx son ahora la fuerza dominante. En la actualidad sobresalen personajes que se esfuerzan por encarnar el lema según el cual «el fin justifica los medios».
Se trata de personajes que al interior del partido conservador le dieron la espalda a Juan Camilo Restrepo. Los precandidatos conservadores se empeñan en encarnar no las ideas de Gómez Hurtado sino las de Uribe Vélez. Son también personajes que abandonaron el partido liberal y formaron un nuevo Partido de la U o se agruparon dentro del Partido Cambio Radical. Quiero terminar refiriéndome a éstos últimos porque decían ser liberales, esto es, continuadores del radicalismo.
Los godos siempre han existido al interior del partido conservador y como fuerza dominante se tomaron su partido y de ellos me declaro digno opositor radical. Santos, a la sazón líder de La U, hace poco dijo que el fin justificaba los medios y que perseguiría los delincuentes aún violando la soberanía de Estados vecinos. Vargas Lleras, que como bien lo dijo su tío Lleras de la Fuente, es más Vargas que Lleras, no dudó en asegurar que él iría mucho más lejos. Ambos ignoran que la operación en el Ecuador habría tenido el mismo éxito sin atropellos.
En esta misma tónica el senador Lara Restrepo se mostró partidario de una necesaria posición dominante y de fuerza de Colombia en el concierto Latinoamericano. La coyuntura actual la vivieron los radicales del siglo xix cuando el señor Rafael Núñez, que decía ser liberal se alió con los godos y encabezó «la Regeneración». La palabra que utilizaron para dicho movimiento es muy parecida a la actual «Refundación». Definitivamente no hay nada más peligroso que un godo disfrazado de liberal.